En el pasado, la ciencia médica dudaba de que las células cerebrales tuvieran la capacidad de regenerarse o incluso recuperarse después de una lesión importante, como un derrame cerebral. Este concepto ya no se considera correcto. En muchos casos, la circulación en un área del cerebro se ve comprometida y el tejido cerebral se queda sin oxígeno. En un accidente cerebrovascular, las células cerebrales mueren y están rodeadas por un área mucho más grande donde las células cerebrales no funcionan normalmente, pero aún funcionan y pueden recuperarse o incluso volver a la normalidad. Se cree que el oxígeno hiperbárico tiene la capacidad de mejorar la función de las células cerebrales en estas áreas dañadas.
Los adultos que sufren de demencia como el Alzheimer o la enfermedad de Parkinson también han mejorado con la oxigenoterapia hiperbárica. El oxígeno hiperbárico también se ha empleado en pacientes con lupus eritematoso sistémico (LES), los cuales padecen problemas de memoria y pensamiento, con la llamada “neblina lúpica”.
Estudios recientes han sugerido que un vínculo común entre los niños con autismo es la inflamación crónica de áreas del cerebro y el tracto intestinal. Los efectos antiinflamatorios del oxígeno hiperbárico lo convierten en una modalidad de tratamiento atractiva para el autismo.
Estudios recientes en la literatura cardiovascular proponen que los pacientes que se someten a una cirugía a corazón abierto tienen una mejor función cerebral si reciben oxígeno hiperbárico antes de la cirugía.